Salvo en los meses en que mi casa ha estado cerrada, jamás he conseguido un consumo tan reducido, y eso que no tengo ni piscina, ni jardín, ni bañera hidromasaje y mis macetas son más bien escasas; aunque claro, comparándonos con Zimbabwe donde no llegan a los 0,01m3 por día y persona (1 litro=1dm3=0,001m3), cualquier granadino con 0,0875m3, y mucho peor, cualquier español con 0,171m3, queda a años luz de los comprometidos y responsables ciudadanos de Zimbabwe. No sé que pensarán los etíopes, sudaneses o saharauis de todo esto, donde un grifo es un bien de lujo inalcanzable, pero creo que las comparaciones, son cuanto menos, odiosas, y más si se realizan sin fundamento, ya que puestos, podríamos comparar las tarifas del aguan de uno y otro país, o las fugas en el suministro público con las que tiene Malí.
Lo acertado sería tener en cuenta realmente el consumo en nuestro ámbito geográfico, Europa; diferenciar el sanitario, del industrial y agrícola y luego sacar conclusiones. Porque sí, es verdad, España derrocha mucha agua, pero la culpa no es siempre del ciudadano, sino de determinadas actividades propias de un país dedicado al turismo del golf y a abastecer las despensas de Europa de frutas y hortalizas, y ello, para bien o para mal, requiere muchas cantidades de agua, sin contar la que se pierde o la que se queda en la industria. Pero medir el impacto de ese consumo sobre el doméstico no interesa, porque para empezar, el segundo está más que controlado, tiene tarifas más caras, y como el ciudadano es tonto, no le importará pagar el mes que viene un sobrecargo por una penalización imposible de conseguir en una familia con tres miembros, no digamos cuatro. El problema del agua es muy serio, pero por favor, no culpen siempre al mismo.
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