La polución que nos tragamos



El AIRS, un instrumento de la NASA concebido para medir las concentraciones de vapor de agua en la atmósfera y la temperatura del planeta con objeto de ayudar en las predicciones meteorológicas, está siendo ahora utilizado para observar la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la misma. El resultado de dichas mediciones se puede observar ahora en este mapa, donde por primera vez se puede ver realmente el impacto de la polución a nivel planetario o global.

Las zonas con color más cálido se corresponde con aquellas en las que la atmósfera concentra mayor cantidad de dióxido de carbono. Como cabría esperar el rojo y amarillo ganan mayor notoriedad en los países más industrializados como EE UU o China, quedando los colores más fríos para las zonas más vírgenes del planeta como los casquetes polares o el Amazonas. Hasta ahora nada que no supiésemos.

Sin embargo y si se observa detenidamente la imagen, se podrá apreciar que las zonas con mayor concentración de CO2 no son precisamente las zonas más habitadas e industrializadas, sino todo lo contrario, como ocurre con el desierto de Sahara, Arizona o el mismo océano Atlántico. La primera interpretación que tiene este fenómeno es que la polución se desplaza por todo el globo terráqueo independientemente de dónde se genere la misma. La segunda interpretación, es que la corteza vegetal es fundamental para reciclar el aire de nuestra polución como se demuestra en los bajos niveles de concentración de CO2 en países industrializados del norte de Europa. Por último, señalar que la elevada concentración de CO2 en nuestro planeta es tan alta que ni el océano Atlántico norte es capaz de absorber, por lo que países como Portugal, España o Francia, se ven perjudicados por su polución y por la proveniente del otro lado del charco. En fin, seguimos esperando a poner una solución.

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